Esta ha sido una duda de muchos conductores al elegir su nuevo automóvil. Hace años era sencillo, los diésel tenían prestaciones inferiores y consumían menos gasóleo, además del menor precio del combustible.
Diésel o gasolina …
Hacían bastante más ruido, vibraban y emitían humo negro por el escape.
Tenían fama de robustos, duraderos y fiables, aunque las reparaciones eran más costosas.
Con todo esto interesaba a los profesionales del automóvil, pues la economía de uso era lo prioritario, y también a quienes hacían bastantes kilómetros al año para rentabilizar su mayor precio de adquisición.
Con el paso del tiempo llegó el turbocompresor, que por el funcionamiento del motor diésel le encaja como un guante y se incorporó desde el diseño como un elemento más del motor.
Desde entonces el turbodiésel mejora las prestaciones del gasolina, sobre todo a medias RPM, con consumos aún más reducidos.
Si a esto se añade que con las nuevas soluciones tecnológicas se reducen ruido, vibraciones y humo nos encontramos con un automóvil muy apetecible.
Hasta que se difundió lo que aportaban los nuevos turbodiésel pasó algún tiempo.
Pero pronto se conoció; desde bajas RPM el empuje era excelente, lo que reduce aún más el consumo y ruido, la respuesta al acelerador era instantánea, ya no había la demora de los primeros turbodiésel, no era necesario subir el motor de RPM y se obtenían consumos muy inferiores a los motores de gasolina equivalentes.
Empezó a venderse más el turbodiésel para todo tipo de utilización, cada vez más………
Motor de gasolina
Pero llegó la evolución de las normas anticontaminación y la cosa empezó a cambiar.
La contaminación del motor de gasolina se mantiene proporcionalmente en todo el margen de RPM de funcionamiento del motor, y se soluciona con sistemas anticontaminación simples.
Necesitan que el motor esté caliente para su mejor rendimiento, pero que no se fatigan en exceso por los recorridos cortos, típicamente urbanos.
Motor diésel
En el motor diésel es muy distinto; su contaminación varía mucho entre bajas y altas RPM, requiriendo de específicos y costosos complementos anticontaminación para solucionar las diferentes condiciones de funcionamiento; bajas RPM, medias RPM, altas RPM y aceleración.
Esto obliga a tener que incluir sucesivamente varios elementos anticontaminantes caros y de funcionamiento complejo.
Si el uso es extraurbano habitualmente, con el motor caliente y circulando en el entorno de 2.000 RPM y sin aceleraciones bruscas, todo el equipamiento anticontaminante funciona en las mejores condiciones y probablemente no de problemas prematuros.
Pero como el uso sea urbano, o con recorridos cortos frecuentes y las aceleraciones que conlleva, los elementos anticontaminantes del escape y el turbocompresor comenzarán a dar problemas, costosos de solucionar y que se repetirán cíclicamente…
Estas incidencias, ya constatadas por muchos conductores de automóviles turbodiésel, están iniciando un replanteamiento, ¿ahora que interesa más gasolina o turbodiésel?
Esta es mi opinión al día de hoy (2014); para uso extraurbano con recorridos largos habitualmente el actual turbodiésel puede seguir siendo interesante, aunque con más costes de mantenimiento que antes, incluyendo aditivos de reposición periódica.
Para uso urbano o mixto pero con bastantes recorridos cortos, es mejor un gasolina y, si queremos prestaciones, con inyección directa y turbocompresor, la respuesta desde bajas RPM es como un turbodiésel, o casi, tiene más potencia al poder subir de RPM si se necesita en algún momento y el consumo es algo mayor pero se acerca ya al diésel.
Para carretera es perfectamente válido pero el consumo es mayor y en este uso el diésel es fiable.
Además los precios de los dos combustibles están también muy cercanos.
En las dos imágenes se representan los motores de gasolina y diésel, ambos con turbocompresor e inyección directa, resaltando los complementos anticontaminantes AC que requiere cada uno de estos para tener una idea gráfica de los comentarios de este artículo.
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