Tipos de propulsión en el automóvil

El motor térmico de gasolina fue el pionero en el automóvil, tras un corto litigio con la propulsión eléctrica con baterías, después llegó el gasóleo y más adelante diferentes tipos de gas.

Con la masiva difusión del automóvil la contaminación que genera es ya un grave problema que se ha de resolver.

Tipos de propulsión

Durante el periodo de transición hasta alguna tecnología de propulsión no contaminante convivirán diferentes posibilidades, que este artículo vamos a comentar sin entrar en complejidades técnicas.

Propulsión térmica

Tanto en los motores de gasolina como diésel es imprescindible la inyección directa con control electrónico y el turbocompresor.

Aún así a contaminación sigue siendo excesiva.

En el motor de gasolina se soluciona, de momento, más fácilmente pero en el diésel se ha hecho muy laborioso hasta llegar a comprometer su fiabilidad en utilización eminentemente urbana.

Con gas la complejidad es similar al motor de gasolina.

Hay otra opción para el motor térmico no contaminante, consiste en alimentarle con hidrógeno que emite vapor de agua por el escape.

Esta opción no parece que tenga continuidad pues el hidrógeno ofrece otra posibilidad bastante más interesante como veremos en el último sistema de propulsión de este artículo.

En resumen, los motores térmicos tiene aparentemente fecha de caducidad, antes o después según la evolución de las directivas anticontaminación.

Propulsión híbrida

Asumiendo que con propulsión térmica (excepto con hidrógeno) no se pueden cumplir las directivas anticontaminantes se ha encontrado una solución, al menos transitoria, consiste en combinar el motor térmico con otro eléctrico alimentado por baterías.

Según las circunstancias de circulación se puede adaptar el tipo de propulsión, lo que permite reducir la contaminación e incluso cierto recorrido con uso exclusivamente eléctrico, es decir sin contaminación, útil en ciudad.

Tipos de propulsión

Propulsión eléctrica

Se utiliza un (o más) motor eléctrico alimentado por baterías.

Para contar con autonomía se requieren bastantes baterías, y aún así de momento al día de hoy (2014), no se llega a más de 160 km, teóricos, pues se ha de circular a velocidades urbanas y sin abusar de la climatización.

En carretera a 120 km/h la autonomía decrece mucho, lo que exige parar frecuentemente a cargar las baterías.

Para recargarlas al 100% hace falta al menos 6 horas, con cargador específico se pueden cargar al 80% en media hora.

Con estos datos queda claro que por el momento el coche eléctrico es para uso urbano y alrededores.

La investigación de nuevas baterías sigue su curso y veremos si en el futuro hay cambios sustanciales.

Esta situación es la misma que hizo elegir el motor térmico de gasolina en vez del eléctrico en los inicios del automóvil.

El automóvil eléctrico no contamina al circular, pero al cargar las baterías puede que sí pues depende de cómo se genere la electricidad que se utiliza.

Propulsión con pila de combustible de hidrógeno

Es un automóvil eléctrico que produce la electricidad combinando hidrógeno de su depósito con oxígeno del aire.

Se produce una reacción química que genera electricidad para el motor eléctrico y como residuo sale por el escape vapor de agua.

La autonomía está en el entorno de 500 km y el tiempo de llenado es de unos tres a cuatro minutos.

El coche no contamina al circular pero la fabricación del hidrógeno si la puede producir según sea su tecnología.

Esta opción parece ser la que tiene más posibilidades futuras, pero los efectos macroeconómicos están frenando su evolución, no los técnicos.

Se comentó al principio que el motor térmico de hidrógeno no tenia muchas posibilidades de evolucionar y la razón es la pila de combustible, pues esta tecnología no requiere la complejidad del motor térmico, ni embrague y caja de cambios.

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